jueves, 11 de febrero de 2010

Moasi no es una excepción

Fotos: Róger Carballosa

Su rostro tan joven, sus ojos de sueños nos encantó y nos interesamos en ella. Moasi con 23 años de edad estaba por entrar al salón de operaciones del hospital distrital de Ho. Su mal era visible.

Uno de sus senos había crecido descomunalmente, como consecuencia de una infección desatendida. Mientras los médicos cubanos aún debatían cuál sería la mejor solución, ella con la cabeza hacia abajo, parecía lamentarse estar ahora en ese estado. Tras su evidente inconformidad se descubría el peso heredado desde sus ancestros.

Su nacimiento la marcó como mujer. Ojalá hubieran sido sólo los collares a la cintura para diferenciarla de los varones. Muy doloroso fue la mutilación de su clítoris. Las costumbres atestiguaban como consecuencia mayor higiene y la disminución del placer que propiciaban castidad y virginidad hasta el casamiento. Por supuesto, un matrimonio preferiblemente, con no menos de diez hijos.

A su familia no la vimos allí. No supimos cuál sería exactamente su realidad. No precisamos si su tardanza al hospital se debió a la falta del dinero necesario o si tuvo que esperar al permiso concedido por el hombre de la casa. Esa es otra costumbre que padecen las mujeres ghanesas.

La mujer es la que atiende la casa, se ocupa de los quehaceres, lo mismo en el hogar, que en el campo o en el mercado. Sólo es el hombre quien decide qué se hace con el dinero. Mientras más fuerte es la mujer menos necesidad tiene de la atención especializada.

Cuentan que hace muchísimos años, los hombres antes de partir a la guerra, visitaban los santuarios para pedirle ayuda a las deidades. Entonces prometían el ofrecimiento de mujeres, si regresaban con vida. Esas mujeres conocidas como las “troskosis” o “esclavas de las deidades” _ en lengua ewe_ estarían dedicadas para siempre a cargar el agua sagrada, a cocinar, a lavar, a labrar la tierra. Se trataba de una servidumbre que llegaba hasta la vida sexual.

Aunque esa forma de esclavitud es condenada por el Parlamento Ghanés, aun en la práctica las mujeres están en desventaja desde el punto de vista social.

Después de conocer esos detalles no sólo deseamos intensamente que Moasi se recuperara pronto, sino que esa evidente inconformidad con sus ancestrales días le otorgaran más que lamentos, infinitas fuerzas para transformarlos.

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